A propósito de la niña de la balsa de plumavit
Todavía recuerdo cuando veía televisión en blanco y negro, cosa que para la generación Play Station pueda resultar casi irrisorio. En esos días, la entretención al llegar de clases al medio día (tampoco había jornada escolar completa), era almorzar viendo el “Festival de la Una”, con cosas tan tiernas como el club de las abuelitas que le llevaban pan amasado y chales tejidos a mano al animador Enrique Maluenda, el personaje más kitsch de la televisión del que tenga memoria. Las series de televisión eran fenomenales. El Hombre Nuclear, la Mujer Biónica, Acuaman, etc, series que si las vieran ahora, serían enfermas de rascas y no las compraría nadie. Las noticias eran a las ocho de la tarde y las leían en papel, no en computadores como ahora. Las películas nocturnas comenzaban a las 21:00, y no podemos decir que eran joyas del séptimo arte, porque esas las daban a las cuatro en “Tardes de Cine”. En esos días la gente se creía casi todo lo que le decían, no habían cuestionamientos por parte de los jóvenes, los cabros chicos no preguntaban de sexo a los 4 años, y salvo los problemas políticos de aquellos años, la vida era relativamente tranquila, o por lo menos esos son los recuerdos que tengo, pensando que tenía 8 años.
Ahora las cosas cambiaron. Las nuevas generaciones son más reticentes a tragarse todo lo que les llega gracias al desarrollo de las comunicaciones y esta era globalizada. Ahora los niños preguntan más, y la gente tiene más posibilidades de informarse por varios medios y, en algunos casos, analizar, proyectar y discutir la información recibida, y sobre este punto es importante ponerse a pensar. Las informaciones vertidas a raíz del caso de la niña de Puerto Gala, esa que navega para llegar a la escuela, han sido alentadoras y en otros casos, parecen un chiste de mal gusto. Vamos viendo.
Escuela de niña que navega en balsa de plumavit tendrá banda ancha, decía un titular, o sea, gracias a la banda ancha ella dejará de navegar, no se mojará ni menos pondrá en peligro su vida. Alguien me puede decir de qué le sirve la banda ancha si todavía no tiene una pasarela para llegar al colegio. La autoridad marítima citó al padre de la niña, no para buscar una solución al problema, sino que para decirle que la embarcación no cumplía con las normas de seguridad para navegar, ahora falta que el Sename interponga una querella contra quien sabe que para resguardar los derechos de la niña o pida la encargatoria de reo del pedazo de agua, que es quien día a día la amenaza. Alguien propuso regalarle un kayak, ahora lo que falta es que sea bandera de lucha para algún candidato a presidente o parlamentario, y dejen de lado a la “Señora Juanita”, o capaz que alguna empresa le ofrezca plata para poner algunos logos en la balsa, o en el peor de los caso, pronto escucharemos una conferencia de prensa de la fábrica del plumavit señalando sus virtudes y lo bueno que es, ya que “hasta un niño puede construir su propia balsa”. Parece cruel, pero no es tan alejado de la realidad.
El tiempo de la inocencia pasó, ahora las cosas no son tan fáciles de digerir como antes, y si van a seguir utilizando la realidad de esa pequeña niña para hacer proselitismo político, estamos mal. Yo creo que debemos tener más cuidado con lo que decimos, recuerden que el tiempo de la Isla de la Fantasía ya pasó.
Antes de finalizar me gustaría escuchar o leer, según sea el caso, sobre la construcción definitiva de una pasarela, eso es lo que ella necesita, y ojala no pase demasiado tiempo el “proyecto en estudio”, y en una de esas la pequeña carolina puede pasar de su navegación real a la virtual, no ven que ahora va a tener banda Ancha.
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