¡El avión, el avión!
Cuando pequeño, pasaba horas mirando al televisión. Sí, y no me molesta decirlo, hasta el día de hoy sigue siendo uno de mis grandes placeres. Recuerdo que eran varias las series de televisión que me apasionaban y que hasta el día de hoy trato de verlas cuando por alguna extraña razón las pasan en algún canal. El avispón verde, Centella, Mazinger Z, Meteoro, Astro Boy, y muchas otras; pero con el paso del tiempo hubo una serie que llamó profundamente mi atención (más que el Auto Fantástico) y ocupo varias de mis divagaciones mentales; esa serie era la Isla de la Fantasía, “estelarizada” por Ricardo Montalbán y Hervé Villechaize. La Isla de la Fantasía grabó seis temporadas entre 1978 y 1984, lo que dejó a sus personajes grabados en la memoria de muchos, en particular a "Tattoo", con aquel grito infame de “El avión, el avión”, repetido hasta el hartazgo por cualquier crianza de voz aguda cuando se divisaba algún objeto volador en el horizonte. La cosa es que en esa isla uno podía hacer realidad sus fantasías, por más excéntricas que estas fueran, y lo mejor de todo es que todas terminaban bien. Todos felices y con una copa de champaña.
Cuando pensé en radicarme en la región, quise saber más de ella, y como en cualquier parte los medios de comunicación de comunicación son como el reflejo de la sociedad, los revisé por Internet, y ¡sorpresa!, uno de mis sueños de niñez se había hecho realidad...la isla existía, y estaba en el extremo sur de mi propio país.
Con cada uno de los titulares mi alegría crecía. Todos los días el Gobierno invierte millones de pesos en esto, cientos de personas son capacitadas en aquello, siempre hay algún proyecto que lanzar o cerrar con sus respectivos asados, las autoridades preocupadas de buscar soluciones, todos los gremios conformes. Alcaldes, gobernadores, seremis, intendentes...todos, todos, felices y empeñados en dar confort y tranquilidad a los habitantes tan sufridos de esta zona extrema del país. En los medios nuca vi pobreza, problemas sociales, poblados sin luz, sin alcantarillado, nunca vi (como en otras partes) problemas de salud, de postas, de hospitales, de profesionales, nada de nada...¡Nada! En definitiva, esta sí era la Isla que andaba buscando. Llegué y por un tiempo fui parte de ella.
Ahora llevó tres años en la región, y mi Isla sigue ahí, pero sin fantasías, pero si como isla. Alejada de los problemas reales, ciega a las realidades rurales y sorda a los gritos de sus habitantes. Con avances, sí y muy importantes, pero con falencias graves. Pero como alguien dijo, me quedo con los titulares, por lo menos esos alimentan mis fantasías.
El eterno de la sonrisa blanca y el enano gritón...los buscan ustedes.
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