Se vino la nieve, y seguimos igual
Se vino la primera nevazón del año…¡y de que manera! Según los más viejos, porque para que usar el eufemismo “antiguos”, esta nevazón fue como no se veía hace años, y les creo. Yo en lo personal no había visto una nevazón así desde que llegue a la región no muchos años atrás, así que tome mi cámara y salí a tomar algunas fotos, las típicas fotos que uno le manda a los amigos o colegas de otras regiones para demostrar lo duro y difícil que es la vida por estos lados, en donde con tanto esfuerzo y sacrificio cada uno de nosotros hace patria en esta tan aislada región de nuestro chilito.
Así las cosas y con nieve hasta los tobillos, buscaba las mejores tomas y lo mejores ángulos, porque para que estamos con cosas, cuando uno sale a tomar fotos se las da de artista y le pone color…¿o no? Así que me senté un rato a decidir mi hoja de ruta fotográfico, cuando comencé a darme cuenta que pese a la nieve caída y el frío, la vida seguía igual y al mismo ritmo. No se cerraron los negocios, las oficinas no dejaron de atender público y los servicio básicos seguían ahí, salvo algunos incómodos cortes de luz…pero en general, todo seguía igual…IGUAL.
Todo seguía tan igual que me preocupe, nada cambiaba. Los rumores de cambios de autoridades que había comenzado a escuchar en enero, seguían igual; los pelambres en contra de otras autoridades seguían igual; las noticias nos mostraban las mismas inundaciones de siempre, en los mismos lugares; los ministros y las ministras seguían diciendo lo mismo de siempre; la oposición hacía las mismas críticas de siempre; los hospitales seguían igual de colapsados; los medios de comunicación seguían pensando que Santiago es Chile; los medios regionales seguían informando sobre las maravillas de crecimiento e inversión en la región, olvidando las voces de los habitantes de Aysén que claman por soluciones permanentes a problemas permanentes. En fin, todo seguía tan igual que desesperaba.
Pero de pronto mi di cuenta que yo mismo seguía igual. Igual de inconforme, igual de aburrido e igual de crítico (destructivo como me dicen algunos), así que trate de ver que cosas habían cambiado, para no ser siempre negativo. Me puse a pensar…mmmm…a pensar…a buscar cambios…a buscar el arcoíris…yyyyy….mmm…Sí, sí han cambiado algunas cosas. A nivel país ha habido más inversiones que otros años; el discurso de la Presidenta fue más largo y las protestas fueron menos (claro que debemos darle crédito a la lluvia que aguo a los desestabilizadores de siempre); las demandas estudiantiles son otras; la Concertación esta dando sus últimos pasos en nuestra eterna transición; los radicales y pepedés van solos en las próximas elecciones; el ministro Vidal ya no esta tan hiperventilado y sacaron del aire a Pamela Jíles.
Con eso y ya más tranquilo al pensar que no todo había sido tan estático, me relaje y comencé a tomar mis fotos. Después de un rato y para celebrar, me fui a patinar sobre hielo en nuestra única e inigualable pista de patinaje pública, ¿no la conocen?...deberían y deberían aprovecharla, les doy el dato: queda en el corazón de la ciudad o si lo prefieren, en nuestra Plaza de Armas. Sí, la misma, ya que gracias a todos quienes quieren hacernos la vida mejor, pensaron en este tipo de diversión y la diseñaron de tal manera, que los materiales utilizados sin lugar dudas a dudas sirven para patinar, y lo mejor de todo que lo podemos hacer sin patines, con los puros zapatos. Mis felicitaciones a todos aquellos que eligieron ese tan entretenido material. Y si no me creen, pasen por la plaza un día de lluvia, nieve o escarcha y verán como pueden comenzar a patinar y disfrutar de un grato momento familiar.
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