Compañero, camarada, correligionario...me da lo mismo
Compañero, camarada, correligionario, amigo, compadre...quien no ha escuchado eso antes. Recuerdo que cuando llegué por estos lados esas fueron algunas de las cariñosas palabras que escuché. La verdad, como me digan me da igual, ya que las “entonaciones” políticas y la carga emocional de cada una de esas palabras...poco me importa. Pero al parecer a muchos sí les importa la forma en que los llames, y eventualmente esa pequeña palabra te puede abrir o cerrar muchas puertas, cosa que personalmente encuentro una estupidez de forma mayor.
Cuando llegué a esta alejada y hermosa región, una de las primeras cosas que me preguntaron era si “militaba” en algún partido político...militaba...MI-LI-TA-BA, ¡qué estupidez más grande!, a quién le importaba si militaba o no. Poco importaba si había salido de la universidad, mi desempeño en otras pegas, o si por último sabía o no escribir...¡NO!, lo importante era si militaba. Un “compañero” con un tufo trasnochado y con olor a naftalina me dijo “compañero, acá las cosas se mueven en forma política, así que arrímese a mi lado, firme la ficha y lo acomodamos rapidito”, en ese tiempo la frase de operador picante no existía...mediáticamente. Después en un asado (no podía ser de otra forma) un correligionario me hizo el mismo ofrecimiento. A esas alturas, entre compañeros, correligionarios, camaradas y demás denominaciones de origen, ya estaba empezando a aburrirme y casi me declaro nazi, anarquista, libertario y trosquista; pero me aguante.
Siguió pasando el tiempo y esa estupidez casi paranoica de querer encasillar a todos en algún partido por la mitad, comenzó a tomar una fuerza inusitada...galla. Como trabajaba en “los medios” comencé a moverme en ese conventillo político y todo lo malo era por culpa de un compañero herido, de un camarada sentido, de un flojo que lo echaron por chanta, en fin, todo lo malo que pasaba en ese mundo era culpa de terceros, nunca de los inoperantes de siempre. La cosa es que me fui acostumbrando a ese fango, que en nada ayuda al desarrollo de nadie, y decidí mirar todo desde lejos...y fue para peor.
Como no estoy ni ahí con las etiquetas, me juntaba y me sigo juntando con muchas y diferentes personas, producto de eso, según algunos, he firmado por la DC (que no hay que confundir con la DC Comics); el otro día supe que también había firmado por los socios, en fin, creo que a más de alguien el ha pasado algo similar.
Lo más triste de todo, es que con los ejemplos de políticos añejos, oscuros y algunos bastante alejados de los preceptos (con eso los deje locos) de lo que se refiere a un buen político, pocas ganas dan de ser “militante”. ¿Alguien en el último tiempo ha visto declaraciones de los dirigentes sobre temas coyunturales de la región?, ¿alguien a tratado de contar cuantas denominaciones hay de cada uno de los partidos políticos? Y que decir de las famosas tendencias que les importan sólo a quines han lucrado del poder y del gobierno durante los últimos 10 años.
En fin, hoy me puse grave, y casi serio, pero era necesario compartir con ustedes algo más que meras anécdotas...¿o no?
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