Y se salió la costra
Cada día son menos, pero siguen ahí. Están heridos, llenos de pus y drenando resentimiento. Cada cierto tiempo el hedor sale de sus heridas y contaminan el aire, recordándonos que eso de la transición es hasta por ahí no más. Con la fetidez que exudan por sus propias heridas, nos recuerdan que eso de “nunca más” para ellos no significa nada. Pero lo que es peor, con ese pus, con esa infección que los carcome lentamente (y ojala fuera aún más lento) van infectando a esa tan manoseada generación de “recambio” (como si la historia y nuestro pasado fuera un partido de fútbol, que al pitazo de algún tiempo, saliéramos a la cancha frescos y descansados).
A raíz de los poco afortunados comentarios realizados por mi (al enterarme de la fuga del criminal condenando) en frente de unos sobrinos, ellos me preguntaron quien era “ese” al que me referí con tanta rabia...no supe que decirles. Si les decía que ése era un tipo que durante el último tiempo se cobijo bajo la sombra de quien por 33 años acostumbró a hacer “el perro muerto” (ese que se va sin pagar), habría sido una fea actitud de mi parte, ya que les estaría entregando de por vida un prejuicio que rondaría sus recuerdos, y les impediría formarse su propia imagen y opinión de él. Por otro lado si les decía que ése fue un gran tipo, lleno de ideales (que no lo dudo) y que hizo lo que tenía que hacer, no habría tenido cara para mirarlos, sabiendo que para mí, eso es desde cualquier punto de vista es una mentira.
Pero lo más triste, es que pese a los esfuerzos de algunos con algo más de cuatro dedos de frente, que han intentado cambiar esa idiotizante idea de blanco o negro, izquierda o derecha, la tuya y dos más...mato y truco. Con actitudes desafiantes, prepotentes, indolentes y frases sacadas de una vieja película italiana sobre el fascismo; con parlamentos dignos de algún caudillo católico fascistoide como Franco o Pinochet, lo único que hacen es seguir sacando al costra, seguir infectando a nuestra sociedad e impidiendo que esa herida (abierta a fuego, hambre y dolor) no sane, no cure, no cierre.
Este valiente y honorable señor, que durante su vida enarbolo la bandera de la valentía, el respeto a la institucionalidad y la defensa de los derechos (derechos de él y sus verdosos amigos), ha vuelto a abrir esa herida, y lo peor es que esta vez lo acompañaron en su misión. Esta vez fueron sus cómplices, la “vieja guardia”. Esa guardia llena de moho y suciedad, que salieron de sus sótanos, alcantarillas y alguno que otro del manicómio o del geriátrico. Esta ralea que ha vivido estos últimos años en vilo, con la cobardía a cuestas y buscando al manera de apoyarse unos a otros con varas de papel, fueron los que se encargaron de recordarnos que para un sector de nuestra sociedad, eso de “ni perdón ni olvido” es real para ambos bandos y de que eso de los “acercamientos” son cada vez más lejanos.
1 Comments:
delincuente y profugo..hummm....
lleno de valor y honorablilidad....tanta medalla culia colga en las solapas no sirve de nada si igual se es un covarde....
el que nada hace nada teme....
tines la conciencia mas sucia que el mataquito
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