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¿Saben?, con el asesinato de estos dos carabineros por parte de un grupo de “enfermos sociales”, varias han sido las cosas que se me han venido a la cabeza y me dan vueltas cada cierto rato. La primera de ellas ha sido la revisión de la evolución que ha tenido la figura de los carabineros en mi con el paso de los años. Recuerdo que cuando era un adolescente, mi grupo de amigos y yo, arrancábamos cada vez que veíamos alguna baliza dando vueltas o cuando suponíamos que una pareja de carabineros podría pasar por el lugar en donde a esas horas nos encontrábamos conversando un callejeado con un grupo de amigos. Por alguna extraña razón, sociológica y golpista, la figura del carabinero fue siempre negativa para varios de mis amigos y para mi, y quizás para varios de nuestra generación. Con el paso del tiempo y ya en la Universidad, mi percepción de ellos muto a una dualidad casi perversa. Cuando de manera idealista y contradictoriamente anarquista, luchábamos por lo que considerábamos justo (para nuestro grupo) y debíamos llegar a esa expresión máxima de democracia de poder decir lo que uno siente y piensa (casa que sucede al interior de los campus universitarios) sin temer represalias, los carabineros muchas veces fueron nuestros enemigos en esta “lucha”. Claro, no podía ser de otra forma, su pega es establecer el orden y si nosotros nos tomábamos el puente Pedro de Valdivia, no les queda otra que sacarnos...como fuera. Pero una vez terminadas las escaramuzas y los hechos aislados, teníamos que estudiar, y generalmente de noche y en la casa de algún compañero (se acuerdan que uno NO podía estudiar en su casa ni menos de día...como si estudiando fuera nos hubiese ido mejor, pero bueno), por lo que le retorno al hogar era en medio de la oscuridad, y ahí es cuando la imagen negativa muta a una imagen casi religiosa. Religiosa porque esperaba el milagro que apareciera en medio de la noche y envuelto en luces de colores una patrulla de carabineros, la misma que por un par de minutos me proporcionada una sensación de seguridad frente a lo desconocido y flaite que podría estar acechando.
Lo segundo es el como de la nada y visceralmente cambiamos el discurso frente a la Institución de Carabineros. Imaginen que hubiesen los carabineros quienes en defensa propia o en protección de nosotros mismos hubiesen matado a los delincuentes. Probablemente habríamos saltado con eso del abuso de poder, que son unos asesinos, que la organización de los derechos de los delincuentes, que los derechos de aquí y los de allá. Varios habrían rasgado vestiduras exigiendo sumarios y un sin fin de cosas. Creo que en esas circunstancias, los carabineros habrían sido los asesinos, los actuaron erróneamente, en fin. Y nadie o muy pocos habrían reparado en las condiciones en que trabajan y en como cada día arriesgan su vida por nosotros, y digo arriesgan la vida porque los delincuentes ya no tienen respeto por nada ni por nadie.
Creo que culpar a unos y exculpar a otros no vale la pena. Qué si es culpa del gobierno o no; qué si es culpa de la justicia o no...los expertos y políticos lo podrán analizar. Lo que nos queda a nosotros como sociedad es evitar que actos tan deleznables como este vuelvan a ocurrir, y si nosotros miramos para el lado, no opinamos, no denunciamos o no hacemos algo por mejorar como ciudadanos, de algún modo vamos a seguir siendo parte de la causa de esta “enfermedad social”.
Finalmente y ahora más viejo, a quién llamó a la primera de cambio...a los carabineros. Cuando alguien tiene algún problema de seguridad a quién llama...a los carabineros. Si crees que un “enfermo mental” entró a tu casa hacer destrozos, a quién llamas...a los carabineros. Si finalmente ellos están en todas, las hacen de sicólogos, de abogados, de asistentes sociales y hasta de parteros.