miércoles, mayo 30, 2007

El Famoso Proyecto...

Y así no mas somos. Somos buenos pa’l pelambre; pa’arreglar las cosas pa’ mientras llamamos al maestro o compramos el repuesto (y eso puede tardar varios meses) y siempre estamos dejando todo para después, para “marratito” y terminamos corriendo, llegando tarde, entregando las pegas atrasadas o pidiendo plazos a la buena onda. Somos muy chantas.

El otro día me encontré con un amigo que venía medio apenado y bastante enojado con “el sistema” y la, según el, inoperancia de la burocracia. Cuando le pedí que me explicara que le sucedía, me contó que después de haber estado trabajando toda la noche, llenando un formulario para postular a un proyecto, llegó 10 minutos (aunque generalmente decimos un par de minutos) más tarde de lo que estipulaban las bases y no se lo aceptaron. En un principio uno puede aceptar eso de utilizar los criterios y hasta compartir el enojo de aquellos esforzados seres preocupados del bienestar de los demás, que trabajan desinteresadamente en pos de la ejecución de un proyecto, cobrando lo mínimo (pero cortando lo máximo). Pero cuando entramos a analizar la situación, nos damos cuenta que somos muy patudos.

Primero, le dije, no puedes estar llenando el formulario la noche y la tarde antes del cierre de postulación, si tuviste más de tres semanas para hacerlo. Segundo, las cotizaciones son tan “mulas”, que nadie que cache algo de números te las aceptaría; y tercero, nunca había visto tanto bla bla vacío en la argumentación, y eso que no vamos a hablar de esa poco habitual y nefasta costumbre de “inflar” los proyectos. A esa altura, mi socio ya quería matarme o por lo menos de ponerme el cartel de burócrata y tecnócrata y colgarme del palo mayor (no sean mal pensados...). En fin, como estábamos con frio y conversando en nuestro paseo peatonal (porque si tenemos uno), le dije que mejor nos fuéramos a tomar un café en algún lugar para seguir conversando y buscando una solución.

Ya sentados cómodamente en un local con onda, casí rústico, pero con onda (se notaba que era así como clever, casi cultural), seguimos viendo el caso que nos convocaba. El proyecto había sido publicitado hace rato y lo entregó fuera de plazo; no tenía la documentación completa y nunca cachó que cuando dice en TRI-PLI-CA-DO, significa que CADA UNO de los documentos debe estar TRES veces en la carpeta...no dos. Las cartas compromiso eran “terriblemente mulas”...pero la idea era súper buena y sin duda contribuiría al desarrollo integral de los beneficiarios, pero cuando las cosas se hacen a última hora, generalmente salen mal o no resultan.

Ya casi condenados a privar a nuestra sociedad de tan brillante idea, apareció otro amigo, claro que más “movido” y con “contactos”. Le contamos nuestra situación y su respuesta nos dejó perplejos. “No se preocupen, yo soy amigo con un loco que trabaja ahí y me debe unos favores. Sino, hablo con mi padrino (que me crió de chiquitito) y que igual lo cacha porque una vez le hizo unas pegas, demás que lo aceptan...ahora, no se si lo aprueben, pero ahí cachamos”...¡Plop! y nosotros que ya queríamos dejar de confiar en nuestras instituciones y sumarnos a los ejércitos anarquistas y libertarios de Bob Patiño.

La cosa es que nos terminamos el café, le entregamos la carpeta con el proyecto y ahora estamos a la espera de la respuesta...que oportunamente les contaré.

martes, mayo 15, 2007

Fiesta “Explosión Ciudadana” versión 1.0

Y se aburrieron. Se apestaron de esperar, de andar amontonados, de llegar tarde a todos lados. Se aburrieron de regañar entre dientes, de mirar para el lado y hablar en voz baja. Se aburrieron de esperar a que llegara (eso que prometieron). Y como estaban aburridos y no podían seguir así, se pusieron a saltar, a gritar, a pedir, a reclamar. Se pusieron, simplemente, a exigir que se les cumplieran esas partes del trato que se les dijo hace ¿uno...dos meses? Pero los de la vereda del frente también estaban aburridos (hace rato que no tenían fiesta. Hace como dos semanas), y contagiados de la alegría, oos gritos y los saltos de los otros, decidieron acompañar la fiesta con toques discotequeros. Tenían la gente, las parejas, la música (de los mp3), las luces (de los celulares y los flashes), pero faltaba el humito, así que ellos lo pusieron. Al parecer a los primeros no les gusto la idea del humo de los segundos y reclamaron; quienes a su vez se enojaron porque les reclamaban y miraban en menos su aporte a la fiesta. Una fiesta que nació de la nada. Nació de las ganas de saltar y gritar reprimidas hace rato.

La cosa es que al fiesta duro muy poco, cerca de 20 minutos. Pero lo bueno de esta fiesta es que los comensales llegaron solos, nadie los invito. No se conocían entre ellos ni menos habían hablado alguna vez. Todos se unieron en pos de un objetivo común que era exigir el cumplimiento de las promesas de los que tiene las lucas. Ahora bien, con esto tenemos un problema. ¿Cómo los clasificamos?. Si tengo que contarle a alguien que no sabía de esta fiesta, no puedo decirles que eran un grupo de encapuchados que querían una fiesta de disfraces; tampoco le puedo decir que eran “jóvenes delincuentes” conmemorando a alguien...mmmmm, menudo problema. Podría decirles que eran un grupo de amigos, trabajadores y estudiantes que fueron invitados a una fiesta organizada por algún colectivo-comité-nuevoreferente...tampoco. Así que solo diré que eran ciudadanos aburridos de estar mirando sentados como se desarrollaba la fiesta y espontáneamente decidieron participar de ella.

Como les decía, la fiesta duro muy poco y no eran más de 300 o 500 los fiesteros (aunque algunos la llamaron explosión social), pero lo bueno es que se atrevieron a salir a la pista de baile y participar de la entretención. Y lo mejor fue, que los dueños del local cacharon eso y al parecer van a mandar a mejor la pista para que se puedan seguir juntando a celebrar en buena. Ojala que eso sea así y los de acá puedan festejar con los de la vereda del frente; quienes a su vez podrían cambiar, para esa ocasión, el humo que tienen por uno de esos con olor a vainilla, y quién sabe, en una de esas hasta los dueños del boliche pueden salir a la pista a festejar y no solamente a barrer lo dejaron los otros después de saltar y gritar por un rato.

Bonus Track: Al final una de las invitadas VIP de la celebración dijo que todo salió bien, y que de vuelta a casa “todos podrían viajar mal y apretados en el metro, como todos los ciudadanos...pero gratis”.

miércoles, mayo 09, 2007

Tardes de televisión

Cuando era más chico, me cargaba pasar los fines de semana mirando la televisión de esos años, el sábado eran unas lateras tardes de Sábados Gigantes, que en mi casa era todo un acontecimiento. Recuerdo que llegaban mis tías con regalos para mi hermana y para mi, mi viejo compraba una bebida “familiar” en envase de vidrio (que increíblemente alcanzaba para todos, y eso que eran de ¾ no más), mi vieja hacía algún invento rico, y luego...toda la tarde frente al televisor viendo esa especie de anestesia nacional que era “Sábados Gigantes”, y digo anestesia porque mientras veíamos ese programa en donde todo era risa y premios, en las poblaciones de Chile no se podía ni respirar por el olor a humo lacrimógeno ni menos se podía escuchar con el sonido de los balazos y las sirenas...pero ese es otro cuento (como insisten en llamarlo algunos). La cosa es que mientras pasaba la tarde del sábado, y llegaba el domingo, tenía claro que eran las tardes del fútbol o de algún programa fome, incluso que una vez vi todo un día un concierto de Claudio Arrau, que como comprenderán, para un niño de 6 años no era algo muy excitante.

Con esa televisión fui creciendo, y con el tiempo supe de la existencia de al TV Cable, ¡mi salvación de esa tan fome televisión! Uno de mis anhelos era entonces crecer y tener poder adquisitivo para poder contratar 116 canales de televisión, todo un mundo de entretención y cultura, 24 de horas de luces parpadeantes en mi caja reflectante...la panacea (buscar en el diccionario). Y llegó ese día, y tuve plata y puse primero cable, luego carcomido por la ambición me cambie a la televisión satelital,...¡y tuve más canales que la cresta!

Ya feliz de tener como chorrocientos canales, y de pagar hartas lucas, un día mientras estuve más de 10 minutos apretando esa adictiva tecla de goma en el control remoto y de revisar acuciosamente mis chorrocientos canales (no más de 5 segundos cada uno), me quede pegado mirando un reportaje entretenido, bastante bueno...en Chilevisión...¡plop! Con eso me puse a pensar y me di cuenta de algo, nada nuevo por supuesto, que pese a tener más canales que la cresta, terminaba viendo la televisión nacional.

Aterrorizado por esta revelación, tomé el teléfono y llame a algunos amigos, que tiene cable o satelital, y les pedí que me dijeran, sin pensar demasiado, que vieron anoche en la tele...¡HORROR!, las repsuestas fueron “el reality del 13”, “Pelotón”, “Chileterror noticias”...pura programación local.

Creo que en definitiva y haciendo un mea culpa, eso del cable si es un sueño cuando es niño, ya que a esa edad tienes más de 6 canales con programación especial para cabros chicos, (odio a los padrinos mágicos), pero ya cuando tienes tus años caes en ciertas rutinas y no dejas a la televisión nacional. Creo que nosotros solos nos engrupimos con eso de querer una televisión con más cultura, con más reportajes, si al final cuando han puesto esa programación, es la que menos se ve...si no me creen, hoy en la noche a eso de las diez, acuérdense de mi y vean que canal están viendo (y si tienen el dedo en esa adictiva tecla de goma del control remoto)

martes, mayo 01, 2007

Hablar mejor…para entender bien

El otro día vi una noticia en la que dos parlamentarios chilenos emprendieron la cruzada de mejorar el limitado vocabulario de nosotros los chilenos. La idea, nada original, es que cada uno de nosotros adopte una palabra del diccionario de la RAE que este en desuso, y la utilice habitualmente en cada una de sus conversaciones, para que de esa manera vayamos mejorando nuestra labia poco a poco.

Dije que la idea era poco original, ya que hace un tiempo lo mismo se hizo en la madre patria. Claro que lo anterior no le quita validez ni menos interés, por el contrario, siempre he sido partidario de copiar las buenas ideas, así que yo ya estoy revisando el diccionario para ver con cual palabra me voy a quedar.

Pero ¿hablamos realmente mal?, ¿tan pocas palabras utilizamos? Con estas y otras interrogantes, me puse a pensar en eso, y recorde una vez que un amigo me pidió que averiguara la hora en que abrían un local donde debíamos comprar unos repuestos para el computador: “Mira, te’vay por este lao de la calle, ‘onde veai un letrero rojo, doblai a la derecha. ¿cachai?, de ahí seguís caminando y cuando llegí a la esquina vay a ver un quiosco, al loco que atiende le preguntai si cacha a que hora habren la guea”.

Ahora, si un extranjero nos escuchara hablar de una situación cualquiera, como por ejemplo una escena de bar, creo que escucharía algo parecido a esto: “cacha que la loca llegó de una, se tomó como dos copetes al seco y se fumó caleta de puchos, loco. Yo cacho que andaba con dramas…entera psicosiá…yo creo que el mino la patió de una pa’virarse con otra mina”.

En fin, realmente hablamos más o menos no más, cambiamos palabras, eliminamos letras e inventamos cosas para referirnos a otras cosas, y lo peor que esta pobreza de vocabulario se ve a todo nivel de nuestra sociedad, lo que también demuestra una falta de interés por hablar mejor, y si hablamos mal, no entendemos bien, y muchas veces le damos otras interpretaciones a lo que escuchamos o leemos, y les voy a dar algunos ejemplos de ello: al futbolista Huaiquipan, hace unos años atrás sufrió una lesión en una de sus piernas, al terminar el partido un periodista le pregunto por “su pierna”, y la respuesta fue “ahí la tengo, en la casa cuidando a los niños”; dentro de este gremio son miles y miles las frases que se pueden citar, pero una de antología fue el ex presidente de la ANFP, Reinado sanchéz, quien para definir al técnico de la selección chilena pdió una terna con cinco nombres…

Ojalá que esta iniciativa sirva de algo y comencemos a mejorar nuestro vocabulario, y podamos comunicarnos de mejor manera; podamos ENTENDER lo que leemos y finalmente hablar (de frente) de mejor manera, porque de lo contrario terminaremos enviándonos mensajes…casi en clave como los mensajes de texto de los celulares.