A propósito de la escultura robada
Meses atrás alguien se robo un escultura del Museo Nacional de Bellas Artes en Santiago. Una de las tesis que circularon por los medios fue que el estudiante estaba trabajando en un proyecto que a grandes rasgos pretendía demostrar que las cosas toman más valor cuando no están o se pierden.
Ahora que llevó dos años viviendo fuero de mi ciudad "natal" por adopción (Valdivia), ese tan manoseado pensamiento cobra cada vez más fuerza. ¿Pero saben algo?, me pareciera que no es tan así. Contradictorio, pero les explíco:
Cuando era niño pensaba que los amigos eran para jugar y hacer maldades y conversar cosas de niños. De esos tiempos mantengo recuerdos vivos de dos amigos, el Soto Perez y el Hostoloza. De ellos nunca más supe desde que me fui de Santiago.
Ya en Valdivia, comenzé a tener amigos, pero ya no para hacer maldades, sino que para arreglar el mundo, tomar mis primeros tragos, fumar mi primera yerba y comentar nuestra primeras experiencias sexuales. Con el paso del tiempo las conversaciones se fueron haciendo más intensas y entretenidas y, además, descubrimos que los amigos si pueden pelear y mandarse a la mierda, pero si son realmente amigos, las cosas pasan. Pero no los aburro más y voy al grano.
En esta "puta", pero hermosa ciudad, me aprece que mis verdaderos amigos de Valdivia nunca los he dejado de ver. Me acuerdo de situaciones y anécdotas y hasta ahora quiero volver a verlos a cada uno de ellos y abrazarlos, quizás no es necesario hablar, sólo sentarnos uno al lado del otro y mirar el cielo. A veces las palabras están de más.
A lo mejor con esto no dije nada o no se entiende nada, pero necesitaba escribirlo.